martes, 18 de marzo de 2014

¿Cuándo deja un menor de sufrir violencia de género?

Cada vez es más evidente la necesidad de otro modelo de masculinidad. Un modelo basado en los afectos, las emociones… en la sostenibilidad de la vida y, no sólo, en cubrir las necesidades básicas y “ser el cabeza de familia”. Desde esta visión, creo que el modelo tradicional de paternidad hace mucho daño, tanto a los y las menores como a sus propios padres y madres.

Es un modelo cruel que no debe perdurar, pero es el predominante. Cada vez que me hablan de custodias compartidas me rechinan los dientes. ¿Compartidas? Si una persona no se ha ocupado de su hija o hijo desde su nacimiento ¿por qué quiere, en el divorcio, la custodia compartida? Aquí, realmente no hay género, me da igual si es madre o padre. Si no te has ocupado de tu hija o hijo, no entiendo por qué quieres su custodia. Si tu forma de educar se ha centrado en cubrir sus necesidades materiales dejando de lado el resto de componentes que implica la educación de un niño o niña, ¿el divorcio va a ser el punto que haga que ahora sí te impliques en la educación de tu hijo o hija?

Si miro las estadísticas, me dicen que las madres cumplimos nuestro rol de maternidad tal y como dictó el siglo XIX (este modelo también me da  miedo) y, que son los padres los más tendentes a ocupar el rol de “sustentadores” del hogar. Es evidente que, desde la infancia, las personas necesitamos no sólo alimentos, una casa… sino de aceptación, reconocimiento, afecto, unos valores… De ahí, mi reclamo de otro tipo de paternidad y maternidad.
 
A mí, la custodia compartida me da pánico. Son muchas las razones. Imaginaos: yo no me llevo bien con mi expareja y puedo utilizar a mi hija o hijo para el control  y la coacción de mi ex. Esto se vive día sí y día también en los casos de violencia de género cuando en un juzgado se dicta la custodia compartida.
 


Menores utilizados/as como parte de la violencia de género por parte de los maltratadoresPongámonos en el caso en el que el padre tiene una sentencia en firme como maltratador. Es decir, el padre maltrata física y/o psicológicamente a la madre. Afortunadamente, no maltrata al o la menor de forma directa; aunque no es difícil imaginar que ese o esa menor vive los efectos de esa violencia: puede verlo, vive sus consecuencias, vive un estrés emocional continuo, etc. Si en ese caso hubiera custodia compartida, ¿os resulta difícil imaginar a ese o esa menor siendo utilizado/a para seguir ejerciendo violencia contra su madre? Y, entonces, ¿cuándo deja de sufrir violencia en sus carnes?