http://www.elmundo.es/madrid/2014/04/29/535ed09d268e3ec05e8b4577.html
«No vas a volver a ver a tus dos hijos» (Madrid, ayer). «Si me dejas olvídate de los niños» (La Coruña, octubre de 2010). «Asómate y mira» (Tenerife, julio 2012). Son frases de padres, voces de maltratadores de género que amenazaron primero y mataron después a los hijos para seguir haciendo daño a las madres. Y lo hicieron aprovechando su tiempo con ellos, tirando de la custodia compartida o exclusiva, del régimen de visitas (como José Bretón en octubre de 2011 en Córdoba) o secuestrando (como Jonathan Moya en diciembre de 2012 en Huelva).
Un repaso a los casos ocurridos en España desde 2008 muestra que más de la mitad de los agresores machistas que asesinaron a sus hijos lo hicieron no estando su ex mujer presente y aprovechando sus periodos concedidos o pactados de visita. Además, la mayoría de los menores asesinados no lo fueron durante la agresión a la madre, lo que descarta el acto impulsivo y señala directamente al daño planeado.
De los 27 críos que desde 2008 han sido asesinados sin que se produjera también el crimen de su madre, 15 murieron sin estar la mujer presente. Otras veces, ellos fallecieron y la madre no. O perdieron la vida mientras el padre homicida prácticamente invitaba a la madre a la escena, como el lunes en Madrid.
«El objetivo es dominar a la mujer. No matan a los hijos porque se llevan mal con ella, no es una incompatibilidad de caracteres, como canta Sabina. Dañan como dominación.Los hijos son instrumentos para mantener el control. Le hacen daño a ella a través de ellos». Habla el forense Miguel Lorente, experto en maltrato machista antes de ser delegado del Gobierno socialista contra la Violencia de Género. «No matan a los niños por ser niños, los matan porque hay una madre alrededor. El homicidio es parte de la violencia contra la mujer». Lorente ha estudiado la agresión a menores como agresión a sus madres. «El Código Civil dice que quien esté incurso en violencia de género no accederá a custodia compartida. En noviembre de 2011 propusimos que si dice eso con la compartida, menos aún con la individual. No tuvimos tiempo. Perdimos las elecciones». La tesis es que «un maltratador siempre es un mal padre». Por eso apuesta por no dar visitas: «Es una prevención para recuperar a los menores de la violencia sufrida y evitar que el hombre siga ejerciendo violencia sobre la mujer».
Cuando a su sucesora en el cargo y en el color del Gobierno, Blanca Hernández, que habla de «violencia de crueldad sublimada», se le pregunta por el dato de que en 2013 los jueces suspendieron a maltratadores las visitas en un 3% de los casos, le sale este adjetivo: «Muy bajo». «No me gustan los automatismos, pero si el padre es maltratador, el juez debe tenerlo en cuenta en las medidas civiles. Lo estamos hablando con el Ministerio de Justicia».
Le hubiera servido a una niña de seis años el 2 de abril de 2013 en Málaga. Diego G. había sido condenado por violencia machista en diciembre de 2012, pero su prisión estaba suspendida y no tenía medidas de alejamiento de su hija. Tanto que gozaba de visitas. En una de ellas, la mató.
De los siete casos de asesinato de menores en 2013, cuatro ocurrieron sin presencia física de la madre. De los cuatro de 2012, tres. De los cuatro de 2011, otros tres. De los seis de 2010, también tres. De los seis de 2008, dos. Visitas y violencia machista, ese régimen de muerte.