miércoles, 27 de junio de 2012

No siempre la custodia compartida es la mejor opción

* Blog oficial del Instituto Nivariense de Ciencias de la Familia, creado por el ISTIC-Tenerife y Patrocinado por la Universidad Pontificia de Salamanca.



En el año 2010 el número de divorcios se situó en poco más de 110.000, cifra similar a la existente en 2001, alcanzándose el pico más alto de la última década en 2006, con más de 145.000. Pero a pesar de esta disminución, el número de familias monoparentales, consecuencia de esta realidad social, en las que sólo uno de los cónyuges –mayoritariamente las madres– tienen la custodia de los hijos, ha aumentado considerablemente los últimos años.

Parece pues una clara necesidad regular la custodia compartida para determinadas situaciones y siempre poniendo por delante de todo la defensa del menor. De hecho, y como ocurre con demasiada frecuencia, algunas Comunidades Autónomas ya se han adelantando al Ministro, permitiendo y regulando esta fórmula de cuidado, entendiendo que es la mejor para los hijos. Pero si realmente queremos proteger al menor, lo más urgente sería llevar a cabo un desarrollo legislativo que facilitara el uso de la mediación familiar, no sólo en casos de conflictos en los que ya se ha producido la ruptura en la pareja, sino como un instrumento muy útil para ayudarles a tomar la mejor decisión para ellos mismos y también para sus hijos. De esta manera se evitará la judicialización de las relaciones familiares.

No es cierto que el divorcio no afecte a los hijos, sí les afecta. Estamos hablando de la separación de las dos personas a las que más queremos y más necesitamos en nuestra vida, especialmente cuando somos pequeños: nos aportan seguridad, equilibrio, estabilidad emocional y son el primer referente de lo que significa ser adulto. Por ello parece prioritario ayudar a esas parejas a que las consecuencias sobre el equilibrio emocional, y sobre el proceso educativo de sus hijos, sean las menos posibles.

Distintas circunstancias

Es evidente que la custodia compartida, al permitir de manera equilibrada en el tiempo la presencia del padre y la madre, a priori parece la mejor opción. Ahora bien, esta fórmula no siempre es buena por sí misma, y no es siempre la mejor solución para los hijos. Por ejemplo, las dificultades en cuanto a la organización de la forma de vida de los menores pueden generar problemas adicionales que no permitan alcanzar las ventajas que inicialmente produce: dónde vive cada uno de los padres/madres; quién se va a desplazar ¿el hijo o el padre/madre?; a qué distancia están de su colegio; ¿qué situación económica tienen especialmente los jóvenes?; ¿cómo afrontarán ambos los problemas de conciliación cuando les corresponda el tiempo de convivencia?; etc, etc.

Si confiamos de verdad en nuestra justicia, genera tranquilidad que sea el juez el que determine, en función de las circunstancias de cada pareja, si debe haber o no esa custodia compartida. Pero la realidad es que sólo cuando los padres pongan el bienestar de sus hijos por delante de sus propios intereses como pareja, la custodia compartida será una solución de la que se obtendrán magníficos resultados. La duda surge al pensar en aquellos otros que llegan a judicializar su proceso de divorcio porque no son capaces de ponerse de acuerdo con respecto a sus bienes materiales o al cuidado de sus hijos, quizá sólo excepcionalmente, la custodia compartida sea la fórmula adecuada.
 
Fuente: http://www.thefamilywatch.org/cos/cos-1056-es.php