jueves, 3 de noviembre de 2011

Ojo, no es mediación: es coacción

Madre que recibe una demanda de modificación de medidas.

Primer paso: la citan para mediación.Antecedentes del padre: falta total de corresponsabilidad en el cuidado de los niños, impago voluntario y reiterado de la pensión de alimentos, incumplimiento del régimen de visitas, los niños están solos con frecuencia o en manos de terceros durante el tiempo de visitas del padre y amenazas consistentes, por ejemplo, en “solicitar la compartida” o “te voy a quitar a los niños”.

Pues bien, como ahora se ha puesto de moda eso de que si la madre no se somete o trata de explicar los motivos (aunque sean sobradamente fundados) por los que piensa que la custodia compartida sería perjudicial para sus hijos, le quitan la custodia, decide asistir contra su voluntad; aunque no está dispuesta a negociar con el bienestar de sus hijos. En la primera sesión, los mediadores explican quiénes son y su función. Son abogados a los que se les ha impartido un cursito de mediación; es decir, conocimientos especializados de psicología infantil: cero. Lo que se pacte puede ser un disparate para el desarrollo emocional de los niños, que ni va a importar ni lo van a detectar. Es decir, no cuentan con los conocimientos adecuados como para asegurarse de que durante la mediación, se vele en todo momento por el bienestar emocional del menor.Objetivo que explican: intentar que los padres lleguen a un acuerdo.

Objetivo real en muchos casos: COACCIONAR A LA MADRE PARA QUE ACCEDA A UNA COMPARTIDA Y EVITAR A TODA COSTA EL JUICIO (esto no lo dicen claro). También le explican que el resultado de la mediación no influye en el juicio y que es voluntaria (mentira). En definitiva, “se la venden”. La madre acepta participar en ella POR MIEDO a que hagan un informe negativo tachándola de “no colaboradora” y le quiten a los hijos; porque eso les destrozaría la vida (esto está sucediendo).

Primer día de mediación. En seguida se aprecia que no hay diálogo posible, pero da igual. Los incumplimientos del régimen de visitas: no importan. Que no se haya ocupado de los hijos para nada hasta ese momento: tampoco importa. Impagos constantes de la pensión de alimentos: el dinero no es relevante. AHORA RESULTA QUE ESO ES IGUALDAD. Lo único que importa es que ahora el padre, de repente y supuestamente, quiere pasar más tiempo con los hijos. Da igual lo que la madre argumente. Dan igual sus motivos, aunque sean de peso.A continuación piden a la madre que se levante y pinte en la pizarra un calendario que refleje una situación hipotética de custodia compartida tal y como ella la querría. Y la madre dice que no quiere pintar ninguna porque nunca querría una custodia compartida porque sería perjudicial para sus hijos. Insisten otra vez: tiene que pintar un supuesto de custodia compartida. Ella dice que no quiere pintar eso porque no sería bueno para los niños. Entonces le dicen que “imagine” que un juez ha impuesto una custodia compartida en su caso y que plasme cómo sería. Y la madre dice que no quiere imaginarse que han impuesto una custodia compartida. Y entonces la obligan: que se “imagine” una custodia compartida como SI NO HUBIERA OTRA OPCIÓN y que FORZOSAMENTE TIENE QUE PINTAR UNA. Entonces la madre sufre tal coacción que escribe un esquema de custodia compartida contra su voluntad, aun a sabiendas de que sería perjudicial para el bienestar de sus hijos.A partir de ese momento se agarran a ese esquema y lo utilizan como la base de la negociación, convirtiéndolo “en lo que la madre quiere”. Y la madre repite una y otra vez que no, que eso no es lo que quiere porque no sería bueno para los niños: da igual.
No la escuchan. Lo han convertido en deseo de la madre contra su voluntad. Toda la “negociación” gira en torno a ese esquema “obligado” y al final de la sesión, los mediadores comentan: “qué bien. Ya ha habido un acercamiento. Al menos ya sabemos la custodia compartida que la madre aceptaría”.

Y la madre se va a casa frustrada, obligada, coaccionada, impotente y pisoteada.Resumiendo: se trata de una mediación cuyo objetivo es evitar el juicio COMO SEA y recurriendo a lo que sea; y con un resultado claramente predefinido: custodia compartida o custodia compartida. El método para conseguirlo: presionar a la madre hasta el límite, anulando su criterio y jugando con su miedo.
En base a lo anterior, aconsejamos a las madres: conviene participar en la mediación y aguantar hasta el final, para que no puedan decir que no ha habido intención de colaborar. Que sepáis que lo de obligar a la madre a dibujar una custodia compartida en la pizarra y dar por hecho que eso es lo que quiere está ocurriendo sistemáticamente en las sesiones de mediación. Pero no cedáis ante la coacción y no firméis ningún acuerdo de custodia compartida que salga de ella contra vuestra voluntad. Si ven que ese mecanismo da resultado y se evitan juicios, irá en aumento. No os dejéis pisar y que el asunto acabe en el juzgado. Y si se tienen colapsar, más aún de lo que ya están, que se colapsen. Pero que se den cuenta de que la coacción no es la manera.